4 de julio de 2012

La Vida es Sueño


Jornada Segunda, parte IV

[...]SEGISMUNDO:
Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición
por si alguna vez soñamos.
Y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive sueña
lo que es hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte (¡desdicha fuerte!);
¡que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende;
y en el mundo, en conclusión, 
todos sueñan lo que son, 
aunque ninguno lo entiende. 


Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


La Vida es Sueño, Pedro Calderón de la Barca (1636)

15 de junio de 2012

La Canción del Pirata



Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido,
del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

«Allá muevan feroz guerra,
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.»

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
como vira y se previene,
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.


[La cursiva es mía]


José de Espronceda (1835)

8 de abril de 2012

La invención de Hugo Cabret

SEGUNDA PARTE
Capítulo 6

[...]
―¿Te has dado cuenta de que todas las máquinas tienen su razón de ser? ―le dijo a Isabelle, recordando lo que había dicho su padre la primera vez que le había hablado del autómata―. Sus creadores las construyen para que la gente ría, como este ratoncillo; para saber qué hora es, como los relojes; para que todo el mundo se asombre viéndolas, como el autómata... Tal vez sea esa la razón de que las máquinas rotas resulten tan tristes: ya no pueden cumplir con el propósito para el que fueron creadas.
Isabelle cogió el ratón, volvió a darle cuerda y lo dejó de nuevo en el mostrador.
―Puede que ocurra lo mismo con la gente ―prosiguió Hugo―. Si dejas de tener un propósito en la vida es como... si te rompieras.


La invención de Hugo Cabret, Brian Selznick (2007)

5 de diciembre de 2011

Hamlet

Acto I, escena iii

[…]POLONIO:
¿Aún aquí, Laertes? ¡Por Dios, a bordo, a bordo!
El viento ya ha hinchado tus velas, y están
esperándote. Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios;
no le prestes tu lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre.
[…]Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós, mi bendición madure esto en ti.

[la cursiva es mía]


Hamlet, William Shakespeare (1600-1601)

11 de abril de 2011

V de Vendetta



Valerie

"No sé quién eres. Por favor, créeme. No puedo convencerte de que esto no es una de sus trampas. Pero no importa. Yo soy yo, no sé quien eres tú, peor pero te quiero. Tengo un lápiz pequeño que no me han encontrado. Lo escondí dentro de mí. Tal vez no pueda volver escribir, así que ésta es una larga carta acerca de mi vida. Es la única autobiografía que jamás escribiré y, Dios, la estoy escribiendo en un pedazo de papel de váter."

[…] "En 1976 dejé de fingir y llevé a casa a una chica que se llamaba Christine para que conociera a mis padres. Una semana después me fui a Londres y empecé a estudiar teatro. Mi madre decía que le había roto el corazón..."
"...Pero lo que me importaba era mi integridad. ¿Soy egoísta por ello? […] Se vende por muy poco, pero es lo único que tenemos en la vida. Es lo último que nos queda..."
"¡…Y con ella somos libres!"

[…] "Es extraño que mi vida tenga que acabar en un lugar tan horrible, ya que durante tres años todo han sido rosas y ninguna disculpa. Moriré aquí, cada parte de mí morirá..."
"Excepto una."
"Una parte. Es pequeña y frágil y es la única cosa en la vida que merece la pena tener"
"No debemos perderla ni venderla. Ni desecharla. No debemos dejar que nos la quiten."
"No sé quién eres ni sie eres hombre o mujer. Tal vez no llegue a verte nunca. Nunca te abrazaré ni lloraré contigo ni me emborracharé contigo. Pero te quiero."
"Espero que escapes de este lugar. Espero que el mundo cambie, que las cosas mejoren, y que la gente se regale rosas otra vez."
"Ojalá pudiera besarte. Valerie. X."


[El abuso indiscriminado de cursiva es mío]


V de Vendetta, Alan Moore y Dave Gibbons (1982-1988)

16 de enero de 2011

Harry Potter y la Cámara Secreta

Son nuestras elecciones, Harry, las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades.


Harry Potter y la Cámara Secreta,  J. K. Rowling (1998)

6 de abril de 2010

Hamlet

Acto III, escena i

[...]HAMLET:
¡Ajá! ¿Eres honesta?

OFELIA:
¡Señor!

HAMLET:
¿Eres bella?

OFELIA:
¿Qué queréis decir?

HAMLET:
Que si eres honesta y bella, tu honestidad no debe permitir el trato con su belleza.

OFELIA:
¿Puede haber mejor comercio, señor, que el de la honestidad y la belleza?

HAMLET:
Pues sí, porque la belleza puede transformar la honestidad en alcahueta antes que la honestidad vuelva honesta a la belleza. Antiguamente esto era absurdo, pero ahora los tiempos lo confirman. Antes te amaba.

OFELIA:
Señor, me lo hicisteis creer.

HAMLET:
No deberías haberme creído, pues la virtud no se puede injertar en nuestro viejo tronco sin que quede algún resabio. Así que no te amaba.

OFELIA:
Más me engañé.

HAMLET:
¡Vete a un convento! ¿Es que quieres criar pecadores? Yo soy bastante decente, pero puedo acusarme de cosas tales que más valdría que mi madre no me hubiese engendrado. Soy muy orgulloso, vengativo, ambicioso, con más disposición para hacer daño que ideas para concebirlo, imaginación pra para plasmarlo, o tiempo para cumplirlo. ¿Por qué gente como yo ha de arrastrase entre la tierra y el cielo? Todos somos unos miserables: no nos creas a ninguno. Venga, vete a un convento. [...]
Si te casas, sea mi dote esta maldición: serás más casta que el hielo y más pura que la nieve, y no podrás evitar la calumnia. Vete a un convento, anda, adiós. O si es que has de casarte, cásate con un tonto, pues el listo sabe bien los cuernos que ponéis. A un convento, vamos, deprisa. Adiós.

OFELIA:
¡Santos del cielo, curadle!

HAMLET:
Sé muy bien lo de vuestros afeites. Dios os da una cara y vosotras os hacéis otra. Andáis a saltitos o pausado, gangueando bautizáis a todo lo creado, y hacéis pasar por inocencia vuestros dengues. Muy bien, se acabó; me he vuelto loco. Ya no habrá más matrimonios. De los que ya están casados vivirán todos menos uno. Los demás, que sigan como están. ¡A un convento, vamos!


Hamlet, William Shakespeare (1600-1601)

6 de marzo de 2009

Soneto 75

Sois a mis pensamientos pan de vida
o aguacero estival para la tierra;
entre avaro y riqueza es conocida
esa que por tu paz sostengo, guerra:

orgulloso al gozar y, acto seguido,
dudar si el tiempo roba su tesoro,
contar contigo a solas, escondido,
ser más feliz si vieran lo que adoro.

Y contemplarte a veces tan saciado,
y de pronto morir por tu mirada,
poseer y buscar no más agrado
que tu prenda tenida o deseada.

Así es como me sacio o desfallezco,
de lo que un día abuso, otro carezco.


Sonetos, William Shakespeare (1592-1579)

20 de enero de 2009

El Cuervo

Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más."

¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma en mis libros,
ni consuelo a la pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.

Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".

Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero —dije—, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.

La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada más.

Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".

Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.

Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado —le dije—, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".

Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara "Nunca más".

Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
Dijo entonces: "Nunca más".

Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
"Sin duda —dije—, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".

Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir qué quería la funesta ave ancestral
al repetir: "Nunca más".

Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!

Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
"¡Miserable! —me dije—. ¡Tu Dios estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".

"¡Profeta! —grité—, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas te imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algún bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".

"¡Profeta! —grité—, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".

"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".

Y el impávido cuervo osado aún sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará... ¡nunca más!


El Cuervo, Edgar Allan Poe (1845)

9 de enero de 2009

Otelo

Acto I, escena iii

OTELO:
[...] Mientras tanto, con la misma verdad
con que al cielo confieso mis pecados,
expondré a vuestros graves oídos la manera
como alcancé el amor de esta bella dama
y ella el mío.

DUX:
Contadla, Otelo.

OTELO:
Su padre me quería, y me invitaba,
curioso por saber la historia de mi vida
año por año; las batallas, asedios
y accidentes que he pasado. Yo se la conté,
desde mi infancia hasta el momento
en que quiso conocerla. Le hablé
de grandes infortunios, de lances
peligrosos en mares y en campaña;
de cómo en la brecha amenazante
logré salvarme de milagro; de cómo
me apresó el orgulloso enemigo
y me vendió como esclavo; de mi rescate
y el curso de mi vida de viajero:
entonces pude hablare de anchas grutas
y áridos desierto, riscos, peñas y montañas
cuyas cimastocan el cielo; de los caníbales
que se comen entre sí, los antropófagos,
y seres con la cara debajo de los hombros.
Desdémona ponía toda su atención,
pero la reclamaban los quehaceres
de la casa; ella los cumplíapresurosa
y, con ávidos oídos, volvía
para sorber mis palabras. Yo lo advertí,
busqué ocasión propicia y hallé el modo
de sacrle un ruego muy sentido:
que yo le refierese por extenso
mi vida azarosa, que no había podido
oir entera y de continuo. Accedí,
y a veces le arranqué más de una lágrima
hablándole de alguna desventura
que sufrió mi juventud. Contada ya la historia,
me pagó con un mundo de suspiros:
juró que era dmirable y portentosa,
y que era muy conmovedora; que ojalá
no la hubiera oído, más que ojalá
Dios la hubiera hecho un hombre como yo.
Me dio las gracias y me dijo que si algún
amigo mío la quería, le enseñase
a contar mi historia, que con eso podía
enamorarla. A esta sugerencia respondí
que, si ella me quería por mis peligros,
yo a ella la quería por su lástima.
Esta ha sido mi sóla brujería [...].

BRABANCIO:
[...] Ven, gentil dama.
¿A quién de esta noble asamblea
debes mayor obediencia?

DESDÉMONA:
Noble padre, mi obediencia se halla dividida:
A vos debo mi vida y mi crianza,
y vida y crianza me han enseñado
a respetaros. Sois señor de la obediencia
que os debía como hija. Más aquí está mi esposo,
y afirmo que debo a Otelo mi señor
el mismo acatamiento que mi madre
os tributó al preferiros a su padre.


Otelo, William Shakespeare (1604)

Buscar este blog