25 de marzo de 2008

Drácula

XVIII

[...] DIARIO DE MINA HARKER
30 de septiembre.

Cuando nos reunimos en el despacho del doctor Seward, dos horas después de la cena, que había sido a las seis, formamos impremeditadamente una especie de consejo o comité. El profesor Van Helsing se sentó a la cabecera de la mesa, lugar que le asignó el doctor Seward al entrar en la habitación. A mí me colocó junto a él, a su, derecha, pidiéndome que actuase de secretaria; Jonathan se sentó a mi lado. Enfrente se pusieron lord Godalming, el doctor Seward y el señor Morris. Lord Godalming se había sentado al otro lado del profesor, y el doctor Seward en el centro. El profesor dijo:
—Doy por supuesto que estamos todos al corriente de los hechos consignados en estos papeles. —Todos asentimos, y continuó—: Convendrá, pues, que les explique la clase de enemigo con quien vamos a enfrentarnos. Les daré a conocer algunos detalles sobre la historia de este hombre, que yo mismo he comprobado. [...]
»Los seres llamados vampiros existen; algunos de nosotros tenemos pruebas irrefutables. Pero aun cuando no contásemos con una dolorosa experiencia, las enseñanzas y testimonios escritos del pasado aportan pruebas suficientes para toda persona sensata. Confieso que al principio yo mismo era escéptico. [...] El nosferatu no muere como la abeja, cuando pica. Al contrario, se vuelve más fuerte; y al ser más fuerte, tiene más poder para hacer el mal. El vampiro que hay entre nosotros tiene la fuerza de veinte hombres y es más astuto que cualquier mortal, pues su sagacidad ha ido aumentando con los siglos; todavía domina la necromancia, que es la adivinación través de los muertos, y los muertos por él invocados obedecen a su mandato; es una bestia, o peor que una bestia; es insensible como un demonio y carece de corazón; dentro de ciertos límites, puede aparecerse cuando quiere y donde quiere, adoptando determinadas armas a su antojo; y dentro de ciertos límites, también, puede mandar sobre los elementos; como la tempestad, la niebla o el trueno; ejerce poder sobre todos los seres inferiores: las ratas, los buhos, los murciélagos, las mariposas nocturnas, los zorros, los lobos, y es capaz de aumentar su volumen, disminuirlo, y hasta de desvanecerse. Así que, ¿cómo entablaremos la lucha para destruirle? ¿Cómo descubriremos dónde está, y una vez descubierto, cómo le destruiremos? Amigos míos, es mucho lo que tenemos por delante; vamos a emprender una misión terrible, cuyas consecuencias pueden hacer estremecer al más valiente. Si fracasamos en esta lucha, será él quien gane; ¿y qué será de nosotros? ¡Porque la vida no es nada! Es lo que menos me preocupa. Si fracasamos, no será sólo cuestión de vida o muerte. Podemos acabar como él; podemos convertirnos en seres reopugnantes de la noche igual que él, sin conciencia, sin corazón, alimentándonos de los cuerpos y las almas de aquellos a quienes amamos. Se nos habrán cerrado para siempre las puertas del cielo; porque ¿quién nos las podrá volver a abrir? Seremos objeto de eterno odio para todos; una mancha en el rostro radiante de Dios; una flecha en el costado de Aquel que murió por la salvación del hombre. Pero estamos frente a un sagrado deber; ¿podemos retroceder acaso? [...]
—Bien, ahora ya saben contra quién tenernos que luchar; pero nosotros tampoco carecemos de fuerza. A nuestro favor tenemos la posibildad de luchar juntos..., cosa que le está vedada al vampiro; contamos con el auxilio de la ciencia; somos libres para obrar y para pensar; y las horas del día y de la noche son nuestras por igual. De hecho, hasta donde llegan nuestros poderes, carecen de toda limitación, y podemos emplearlos libremente. Tenemos una causa a la que consagramos, un objetivo desinteresado, y ambas cosas significan mucho.
»Veamos ahora adonde llegan y adonde no los poderes generales que tenemos en contra y los individuales. O dicho de otro modo, estudiemos las limitaciones del vampiro en general, y las de éste en particular.
»Todo lo que tenemos que hacer es acudir a las tradiciones y las supersticiones. En principio, no parece que esto represente mucho, tratándose de la vida y la muerte..., y más aún. Sin embargo, habremos de conformamos [...]. Debemos suponer, por tanto, que la creencia en el vampiro, sus limitaciones y su curación, se apoyan de momento en la misma base. Porque permítanme que les diga que se le ha conocido en todo lugar habitado por el hombre. En la antigua Grecia y en la vieja Roma; aparece en toda Alemania, Francia, India y hasta en Quersoneso; se encuentra también en China, tan lejos de nosotros, donde es temido en la actualidad. Siguió a los barserkers de Islandia, a los demoníacos hunos, a los eslavos, sajones y magiares. Contra eso, pues, tenemos que luchar; y permítanme que les diga que la convicción, de muchísimos de estos pueblos ha quedado confirma da por nuestra desventurada experiencia. El vampiro sigue viviendo, y no muere por el mero paso del tiempo, y prospera cuando puede nutrirse con la sangre de los seres vivos; y todavía más: nosotros mismos hemos visto que incluso puede rejuvenecer; que sus facultades vitales se vuelven vigorosas, y parece como si se remozara cuando encuentra en abundancia su alimento habitual. Pero sin su dieta, no puede medrar; no come como los demás. Nuestro amigo Jonathan, que vivió con él durante unas semanas, no le vio comer ni una sola vez. ¡Ni una sola! Por lo demás, su cuerpo no proyecta sombra, ni su imagen se refleja en el espejo, como observó Jonathan, también. Su mano tiene la fuerza de varios hombres, cosa que apreció Jonathan cuando cerró la puerta ante los lobos, o cuando le ayudó a bajar de la diligencia. Puede transformarse en lobo, como hizo para desembarcar en Whitby, ocasión en que despedazó a un perro; puede convertirse en murciélago, tal como le vio madam Mina en la ventana de Whitby, y como mi amigo John le vio salir de la casa vecina; o mi amigo Quincey, desde la ventana de la señorita Lucy. Puede viajar en la niebla que él mismo origina, según probó ese noble capitán de barco; pero por lo que sabemos, el alcance de esa niebla es limitado, y sólo tiene vida alrededor de él. Es capaz de surgir en los rayos de luna, en forma de minúsculas motas de polvo, como se aparecieron a Jonathan aquellas hermanas del castillo de Drácula. Y volverse sutil: nosotros mismos vimos a la señorita Lucy, antes de encontrar la paz, filtrarse por una rendija del espesor de un cabello, para entrar en su tumba. Y una vez que encuentra el camino, es capaz de salir por él y entrar de la misma manera, por cerrada y soldada que esté su sepultura. Puede ver en la oscuridad..., facultad nada pequeña en un mundo cuya mitad está siempre en tinieblas. ¡Ah, pero óiganme bien! Es capaz de hacer todas estas cosas, pero no es libre. Es incluso más prisionero que un esclavo de galeras o que un loco en una celda. No puede ir adonde quiera; aunque no es un ser natural, sin embargo, ha de obedecer a ciertas leyes de la Naturaleza..., no sé por qué. No puede entrar en ningún sitio, al principio, a menos que alguien del interior le invite expresamente; después, sí podrá hacerlo todas las veces que quiera. Su poder cesa, como el de todas las potencias malignas, con la llegada del día. Sólo en determinados momentos goza de una limitada libertad. Si no está en el lugar de su refugio, sólo puede cambiarse a mediodía, o en el momento preciso de la salida y la puesta del sol. Todo esto nos dice la tradición, y en este informe nuestro tenemos pruebas de que es así. Por tanto, aunque puede hacer lo que quiera dentro de sus límites si cuenta con su hogar, su ataúd, su infierno, un lugar impío, como vimos cuando se refugió en la sepultura del suicida de Whitby, sin embargo, sólo puede desplazarse en determinados momentos. Se dice, por otra parte, que sólo puede cruzar aguas vivas cuando están sin movimiento, o en la pleamar. Además, hay cosas que le afectan de tal modo que anulan todo su poder, como el ajo, tal como hemos visto, y los objetos sagrados, como este símbolo, mi crucifijo, que tenemos ahora delante, mientras decidimos. Ante estas cosas no puede nada, y se retira en silencio y con respeto. Hay otras de las que quiero hablarles también, por si las necesitamos en nuestras pesquisas. La rama de rosal silvestre sobre su ataúd le impide salir de él; y si estando descansando en su ataúd se le dispara una bala bendecida, ésta le mata, convirtiéndole en verdadero muerto; en cuanto a la estaca, sabemos ya que le devuelve la paz, y cortarle la cabeza, el descanso. Lo hemos visto con nuestros propios ojos.
»[...] He pedido a mi amigo Arminius, de la Universidad de Buda-Pest, que me facilite un informe sobre este ser; y después de consultar todas las referencias existentes, me ha dicho quién es. Parece que se trata del voivoda Drácula, el cual se hizo famoso en su lucha contra los turcos, en el gran río que hace frontera con Turquía. Si es así, entonces se trata de un hombre nada corriente; pues en ese tiempo, y durante los siglos posteriores, tuvo fama de ser uno de los hombres más inteligentes y astutos, y de los más valerosos hijos del "país del otro lado del bosque". Ese cerebro poderoso y esa férrea voluntad se fueron con él a la tumba, y hoy se alzan contra nosotros. Arminius dice que los Drácula fueron una estirpe noble e ilustre, aunque tuvo también vastagos de quienes sus coetáneos afirmaban que sostenían tratos con el Malo. Aprendieron sus secretos en la Scholomancia, entre las montañas que rodean el lago Hermanstadt, donde el demonio reclama su derecho a un discípulo de cada diez. En los documentos aparecen pa labras como "stregoica", bruja; "ordog" y "pokol", Satanás e infierno; y hay un manuscrito en el que se califica a este mismo Drácula de "wampyr", término cuyo significado entendemos todos demasiado bien. De los genitales de este mismo Drácula salieron grandes hombres y buenas mujeres, y sus tumbas santifican la tierra donde únicamente puede refugiarse el monstruo. Pues no es poco aterrador el que este ser maligno esté profundamente arraigado en todo lo bueno, hasta el punto de que no puede descansar en un suelo carente de sagrados recuerdos.


Drácula, Bram Stoker (1897)

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